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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Hablábamos...


Hablábamos de tener arte, que no de arte. Hablábamos de lo que el ser humano es capaz de hacer, de crear, y que emocione a otro ser humano. Hablábamos de música, de pintura, de bailar o de escribir. Todo puede aprenderse de una manera mecánica, fría, pero solo cuando se tiene ese arte lo que haces nace de dentro, del alma, del corazón. Es entonces cuando nos conmueve, cuando nos impresiona, cuando nos enternece. Hablábamos de tener un don, uno que te distingue entre los demás, que te hace singular. Hablábamos de ser sentimental y pasional, porque llevas tanto dentro que tratar de explicarlo, de sacarlo fuera, hace, a veces, que seas extremo al expresarlo.
Hablábamos en la cama, envueltos en el calor de nuestros cuerpos, exhaustos pero predispuestos a continuar con nuestro amor. Hablábamos de que lo que acababa de suceder en nuestra cama también era arte. Que nos nacía del corazón y del alma, que nos emocionaba y nos estremecía, que nos conmovía y nos enternecía. Que nuestros cuerpos se interpretaban el uno al otro creando una armoniosa melodía, llena de susurros y gemidos que nuestras bocas recogían beso a beso. Que eramos la más pura expresión del amor, la más natural, la más hermosa. Hablábamos de que somos algo que se complementa. Como la voz y la música en una canción. Como la pluma y el papel en la escritura. Como el pincel y el lienzo en la pintura. Como tu mano cuando se entrelaza con la mía. Que juntos somos lo que nunca podemos ser estando separados. Que el arte está, nace, al unir tu cuerpo y el mío, tu corazón y el mío, tu alma y la mía, y que todo junto, y solo nosotros,  hacemos especial nuestro amor.