Tradúceme.

miércoles, 29 de enero de 2014

Del tiempo y del amor.

El tiempo, el paso del tiempo, es una constante cuando escribo, igual que suele serlo el amor.
Nada hay que se pueda hacer contra el primero, y si el segundo es fuerte, también es invencible.
Esta mañana pensaba en ese momento, que espero que llegue, ese instante en que mis palabras tomen forma y puedas sostenerlas entre mis manos, dispuesta a enseñárselas a todo el que quiera verlas. No soy de preparar discursos, suelo creer que nada sale nunca como se planea. Al menos a mi me pasa, pienso en mil maneras en las que algo puede suceder, y sucede justo de la mil una, esa que no había llegado a imaginar. Aun así, hoy, trataba de ponerme en situación y pensaba qué podría decir de todas esas páginas. 
No es en realidad más que una historia de amor, y dicho así puede parecer, quizá lo sea, poca cosa. Aunque cuando el amor es incondicional, es algo grande, muy grande. ¿Qué no se haría por la persona a quien se ama de esa manera? Si sois padres ¿Qué no haríais por vuestros hijos? Porque a ellos se les ama sin condición alguna. Y probablemente en algún momento de vuestra vida, quizá ahora mismo, amáis a alguien así, a un hombre o a una mujer. Sin que nada os importe más que lo que sentís, poniendo por delante de muchas cosas a ese ser amado. Alguien que sea vuestro principio y vuestro fin. Alguien a quien no negaríais nada, porque todo lo que sois le pertenece por vuestra voluntad. Sin condiciones, amar por el, simple, o el maravilloso, hecho de amar. De forma generosa y desprendida, sin esperar a cambio...aquí debería decir nada, pero es difícil, esa parte es la más difícil. Cuando se ama de esa forma uno puede llegar a olvidarse de si mismo, sin que por ello se parezca presa de alguna obsesión. El tiempo, dicen, lo puede todo. Borra los malos momentos, te acerca a los buenos, pasa y pasa sin detenerse arrasándolo todo tras él, nadie es inmune al tiempo. El amor, si es como tiene que ser, lo puede todo. Borra los malos momentos y hace que todos parezcan buenos, lo arrasa todo tras de si, y estoy más que segura, que nadie, nadie, nadie, es inmune a él. 
Quizá por eso, en muchas de mis pequeñas, o no tan pequeñas, historias, os encontréis al tiempo y al amor, juntos, queriendo ver cual queda por encima del otro.
Y en pensar en el amor, he empleado hoy...mi tiempo.